FICCIÓN
Misa Negra
Por Moisés Del Cid
Era noche de brujas cuando se abren las puertas del averno, la sensual sacerdotisa desprendida y enajenada se dispuso a comenzar el ritual. Coloco los elementos a disposición de su oficio y entono tenebrosos canticos en honor y llamado del señor de las tinieblas.
Era una mujer contradictoria, de gran belleza y de fina desenvoltura pero con sentimientos perversos. Una mujer atractiva pero peligrosa a la vez.
Ella se proclamaba como la ungida del señor de la mentira, su querido Luzbel, su ángel caído.
Pero esa noche se encontraba postrada sobre un pentagrama en acto de entrega. Deseosa de la aprobación de su amado mediante una respuesta lúgubre y sobrenatural.
El ritual avanzaba en aquel páramo alejado y oscuro donde las sombras danzaban como pequeños demonios alrededor de las velas oscuras.
-¡Ven a mí, señor amado mío! Exclamaba jadeante.
-¡Tuya soy mi señor!
-¡Ábranse las puertas del infierno!
-¡Tómame por completo! ¡Tuya soy!
Y después de decir esto último todo en silencio quedo.
Luzbel no había respondido. Las velas se apagaron. Todo era oscuridad y en la mujer decepción.
Pero como cualquier mujer despechada, ella quien siempre había sido objeto de deseo, su vanidad y soberbia no soportaban la idea de verse rechazada, negada. Todo aquel ritual fallido representaba un fracaso al cual no estaba acostumbrada a que un deseo suyo quedará incumplido.
Fúrica, ansiosa vomitaba palabras de maldición y ofensa a quien hasta hace poco era la idolatría de su existencia.
Desnuda, enervada de coraje y con el orgullo herido tomo sus prendas y se encamino a su auto gritando enardecida:
-¡Maldito Belcebú…pero me desquitare cabrón!
-¡Me volveré monja!
Moisés Del Cid: Autor del libro de poemas Versos en su tinta (2014). Prepara su segundo libro, ahora de microcuentos.