LA CRESTA DEL TARTARO

Anticiencia a la mode
Por Luciano de Samósata
La travesía intelectual humana se acerca a la tercer década del siglo XXI sin poder sacudir por completo los estorbosos lastres de la superstición, la ignorancia y el pensamiento mágico. A las clásicas creencias antiguas como la astrología, la adivinación, el ocultismo, etc. la modernidad ha agregado la homeopatía, la ufología, poderes psíquicos, reiki, criptozoología, naturopatia, y más recientemente el resurgimiento de la creencia en una tierra plana.
Las narraciones de brujas, demonios, extraterrestres, monstruos, poderes especiales, curaciones alternativas, etc. son atractivas, pero es importante distinguir dónde está la línea que separa la realidad de la fantasía. No es lo mismo que David Copperfield desaparezca la Estatua de la Libertad y que admita que es un truco de magia, a que nos diga: “hombre, te aseguro que la desaparecí, usé chakras que me dieron ángeles venusinos de la novena dimensión”. Y aunque el ejemplo parezca exagerado, basta recordar a Uri Geller doblando cucharas usando su “poder psíquico” o los fraudulentos curanderos ejerciendo cirugías psíquicas, a Jonathan Reed y su brazalete teletransportador o al pseudo-arqueólogo Ron Wyatt y sus “descubrimientos” de la sangre de Jesús y del Arca del Alianza.
Es demostrable que el poseer menos creencias falsas es preferible para el bienestar propio y el de la sociedad: hay suficientes ejemplos de seguidores de líderes que llaman al suicidio colectivo, o de religiosos dispuestos al terrorismo o personas que rechazan una transfusión de sangre o cualquier tratamiento médico. La mejor herramienta que la humanidad ha desarrollado para descubrir el mundo que nos rodea es la ciencia. A través de su método y su filosofía desciframos los enigmas del universo y evaluamos propuestas para determinar su veracidad. Es muy preocupante que en estos tiempos modernos no sólo persistan creencias ya desmentidas por la ciencia, si no que existe un franco movimiento anticientífico que se ha fusionado con ideologías políticas. Es muy conocida la oposición de la derecha conservadora republicana de Estados Unidos a conceptos como la evolución y el calentamiento global: en una encuesta de Gallup en 2012 se encontró que el 58% de los republicanos creen que Dios creó a los humanos en su forma presente en los últimos 10,000 años. Otra encuesta, por parte del Public Religion Research Institute encontró que el 81% de los demócratas, pero sólo el 49% de los republicanos creen que la Tierra se está calentando. El Presidente Donald Trump y Robert F. Kennedy Jr. se han reunido en preparación para crear una comisión que analice los riesgos de las vacunas y su posible relación con el autismo (ya comprobado que no existe relación alguna). El Vicepresidente Mike Pence autodenominado “católico evangélico” ha abogado porque se enseñe en las escuelas que la evolución no es un hecho sino una “teoría”, ignorando por completo que éste término tiene un uso distinto en ciencia que en el uso coloquial.
La izquierda progresiva no se escapa de crítica, en el libro Science Left Behind (Alex Berezow y Hank Campbell) anotan cómo tratándose de temas energéticos la izquierda es antinuclear debido al manejo de residuos, anti-combustibles fósiles por el calentamiento global, anti-hidroeléctrica porque las presas afectan ecosistemas de los ríos, anti-eólica porque las aspas de las turbinas matan aves. Tratándose de alimentación y medicina, el movimiento anti-vacunación y anti-GMO está compuesto principalmente por progresivos.
En las últimas elecciones en Estados Unidos, algunas de las propuestas de la candidata del Green Party, Dra.Jill Stein eran anticientíficas o inalcanzables: quería que su país usara 100% de energías renovables para el 2030. Cree que las ondas de Wi-Fi son dañinas, a pesar de evidencia de que no lo son, se ha mostrado ambivalente en cuanto al tema de la vacunación y tan solo el año pasado retiró su apoyo a la enseñanza e investigación de la homeopatía. Su partido es claramente anti-nuclear, posición que comparten con el Partido Verde de Gran Bretaña, los Verdes Australianos, el Verde de Canadá y otros (el PVEM ha hecho pronunciamientos en contra del aumento del uso de energía nuclear en México, aunque su posición pro-pena de muerte en 2008 llevó a que el Partido Verde Europeo retirara su reconocimiento al PVEM como un legítimo partido verde).
El estar informado de temas científicos influye en la aceptación de los conocimientos de ciencia, pero hay una tendencia curiosa. En encuestas realizadas por Pew Research el año pasado, personas identificadas como Demócratas aceptaban el consenso científico en cuanto al cambio climático dependiendo de su nivel de entendimiento en ciencia, en cambio con los Republicanos no existía ésta correlación, su nivel de entendimiento no tenía consecuencia, sus ideas se alineaban más a su línea partidaria que a hechos demostrables.
El astrofísico Neil deGrasse Tyson resume muy bien este peligro: “Al parecer la gente ha perdido la habilidad de juzgar qué es verdad y qué no, qué es confiable y qué no lo es, qué debes creer, qué no debes de creer. Cuando tienes personas que no saben mucho de ciencia, que persisten en su negación y que suben al poder, es una receta para el desmantelamiento completo de nuestra democracia informada”
El tema es largo y el espacio es corto, en futuras columnas abordaré mas a detalle éstos asuntos y qué herramientas tenemos para filtrar la información y distinguir aquello que es consistente con la realidad, de aquello que pertenece al terreno de la ficción.